Sentado en el rincón espero… Solo 3 minutos mas y el combate habrá acabado. Al menos este combate.
Ha sido largo, duro…
Siento la sangre que cae desde mis ojos hinchados por los golpes. Solo tres minutos mas. Un mundo. ¿El último asalto? Siempre supe que llegaría. Quedan los peores golpes, los mas tristes… Ahora no puedo fallar.
Intento levantarme del taburete en mi rincón ahora que el arbitro nos llama al centro del ring, y mis piernas se quejan. Me duelen todos y cada uno de los 14 asaltos anteriores.
He encajado lo mejor que he podido, he lanzado mi jab cuando debía, he esquivado, me he refugiado en las cuerdas e incluso me he abrazado a mi contrincante para calmar el fragor del combate.
Ahora quedan solo tres minutos. Se que voy a ganar el combate. No tendría sentido perder después de sufrir tanto.
Cuando suene la campana final ya no importaran los golpes pasados. Todo habrá acabado y solo quedarán huesos y músculos doloridos, heridas que siempre cicatrizan, el merecido premio y la poco consistente promesa de evitar por todos los medios tener que volver a combatir.
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